La búsqueda de la felicidad

¿Cómo defino la felicidad?

Sin lugar a duda, para mí, la felicidad es "personal".

La felicidad, esa esquiva emoción que todos anhelamos, puede ser tan variada y única como las páginas de un libro que escribimos con cada día vivido. No es una fórmula universal, sino una experiencia íntima y personal que se manifiesta de maneras distintas en cada individuo. Lo que para uno es felicidad, para otro puede ser apenas un destello pasajero. La clave está en entender que la felicidad es nuestra creación personal, una obra en constante evolución.

¿Qué es la felicidad y cómo encontrarla en la vida cotidiana?

Para algunos, la felicidad reside en los pequeños placeres de la vida cotidiana: un café matutino mientras el sol se asoma en el horizonte, una charla sincera con un amigo, o la lectura de un buen libro que te transporta a otros mundos. Estos momentos de sencilla alegría, aunque fugaces, llenan el alma y nos recuerdan la belleza de estar vivos.

Piensa, por ejemplo, en J.K. Rowling. Antes de que Harry Potter la catapultara a la fama mundial, ella encontraba su felicidad en las historias que escribía en los cafés de Edimburgo, luchando contra la adversidad. Su felicidad no provenía del éxito que alcanzaría más tarde, sino del acto mismo de crear, de dar vida a sus personajes y universos. Era en ese proceso de escritura donde encontraba un refugio, una chispa de felicidad auténtica.

Encontrar la felicidad en la vida cotidiana implica aprender a valorar estos momentos, a vivir el presente con plenitud. Es un ejercicio de atención consciente y gratitud. Una caminata por el parque, el olor de un pastel recién horneado, o simplemente el acto de respirar profundamente pueden ser fuentes inagotables de felicidad si sabemos apreciarlos. Es en la simplicidad donde, a menudo, se esconde la verdadera alegría.

Diferenciemos entre felicidad instantánea y felicidad duradera

Es fundamental hacer una distinción importante: la felicidad instantánea versus la felicidad duradera. La felicidad instantánea es como una chispa, una explosión de alegría que surge y se desvanece rápidamente. Está ligada a momentos específicos y, a menudo, a logros materiales o experiencias fugaces. Comprar un nuevo vestido, recibir un elogio inesperado, o disfrutar de una comida exquisita son ejemplos de esta felicidad efímera.

Tomemos el ejemplo del famoso actor Robin Williams. Su humor y talento le brindaron innumerables momentos de felicidad instantánea a lo largo de su carrera. Sin embargo, detrás de esas sonrisas se encontraba una búsqueda más profunda y dolorosa de una felicidad duradera que, lamentablemente, nunca logró alcanzar plenamente. Su historia nos recuerda que la felicidad instantánea, aunque gratificante, no siempre llena el vacío más profundo que todos llevamos dentro.

La felicidad duradera, en cambio, es como un río que fluye constantemente, aportando una sensación de bienestar y satisfacción que perdura en el tiempo. Está más relacionada con el crecimiento personal, las relaciones significativas y el propósito de vida. Piensa en Vincent van Gogh. Aunque su vida estuvo marcada por desafíos y tristezas, su dedicación a la pintura y su búsqueda incansable de belleza le otorgaron una forma de felicidad que trascendió su existencia y sigue inspirando a millones.

Uno de los principios del Kybalión, el de la Polaridad, nos enseña que todo tiene su opuesto y que estos opuestos son, en realidad, dos extremos de la misma cosa. Aplicando esto a la felicidad, podemos ver que la felicidad instantánea y la duradera son dos caras de una misma moneda. Aprender a equilibrar estos dos tipos de felicidad es crucial para una vida plena y enriquecedora.

Para cultivar una felicidad duradera, es esencial invertir en nuestro crecimiento personal y en nuestras relaciones. Esto puede implicar prácticas como la meditación, la lectura de libros que nos inspiran (como "El Alquimista" de Paulo Coelho), o la búsqueda de un propósito que dé sentido a nuestras acciones diarias. Estas actividades no solo nos brindan satisfacción, sino que también nos ayudan a construir una vida que, en su totalidad, es fuente de alegría continua. 

Conclusión personal

La búsqueda de la felicidad es un viaje constante, lleno de altos y bajos, de momentos de alegría y desafíos. Definir nuestra felicidad personal y aprender a encontrarla tanto en lo cotidiano como en lo duradero es una tarea que requiere introspección, gratitud y, sobre todo, amor por la vida. Es un camino que, aunque a veces incierto, siempre vale la pena recorrer.

Recordemos siempre que la felicidad no es un destino, sino un camino. Un sendero que se nutre de las pequeñas alegrías diarias y de los propósitos más grandes que nos impulsan. Así que sigamos escribiendo nuestras propias historias de felicidad, valorando cada palabra y cada capítulo que compone nuestras vidas.


¿Te has preguntado alguna vez qué te hace verdaderamente feliz?

Si este artículo te ha hecho reflexionar o si tienes alguna pregunta sobre cómo encontrar y cultivar tu felicidad, me encantaría saber de ti. No dudes en enviarme un correo con tus inquietudes, historias o reflexiones. Cada mensaje es una oportunidad para compartir y crecer juntos en este viaje hacia la felicidad. ¡Espero tu mensaje con interés!


Con mucho cariño

María José Cerezo Merino

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